Andrés tiene, al día de hoy, una proyección
de preferencia de voto aproximada al 40%.
Esto significa que aproximadamente un 60% del electorado no quiere que sea presidente
de México.
Esos millones de mexicanos no lo
queremos por que le tenemos miedo.
Observamos sus desplantes mesiánicos, su comportamiento autoritario y su falta
de claridad de compromisos y pensamos que es muy alto el riesgo de que termine
por imponer sus posiciones y caprichos por encima de las leyes que le permiten
a este país, con todas sus carencias y defectos, mantener una democracia más o
menos funcional y una serie de libertades mínimas.
Pero ese es un tema común: el 60%
de los votantes lo sabe. Habremos de ver pronto si nos organizamos y ejercemos un voto útil.
Pero lo que no se tiene claro aún es que hay otro
candidato a la república con desplantes antidemocráticos igual de graves que los de Andrés
Ricardo también se esconde para
no debatir. A pesar de la gran facilidad de transmisión de ideas y el empuje
que ha mostrado en debates con políticos de la talla de Manlio Fabio Beltrones. Cuando en septiembre de 2016 fue invitado por Carlos Loret de Mola a confrontar
a Zavala y Moreno Valle respecto al proceso de selección del candidato presidencial
del PAN -que era incomodo por que para ese momento el seguía negando su interés en
ser él mismo el candidato- ¿qué hizo? Sencillamente no fue. Igual que Andrés en el debate previo a las elecciones de 2006.
Ricardo también dice verdades a
medias… o mentiras. En ese mismo noticiero Zavala le exigió claridad como
presidente del partido sobre su intención de participar en la elección interna. En el PAN se
mantuvo el doble discurso y al final Ricardo se impuso como candidato de Acción
Nacional.
Ricardo tampoco es respetuoso de
los procesos democráticos. Así como Andrés solo reconoce la validez de las
elecciones en donde él gana y no le importa destrozar la imagen pública de la
institución mexicana que organiza las elecciones en México, Ricardo pasa por
encima de las tradiciones democráticas de un partido que se identifica por eso,
por sus tradiciones democráticas y elimina mediante arrinconamientos y negociaciones
en lo oscurito a sus adversarios para competir… él solito.
Ricardo también está rodeado de
sospechas de corrupción: Andrés tiene,entre otros los videos de las ligas y de miembros
de su partido recibiendo dinero, la opacidad de los contratos de
los segundos pisos. Ricardo tiene los moches, la vida de su familia en Atlanta y su nave industrial.
Andrés hizo suyo al PRD, partido
que estuvo cerca de ganar la presidencia 3 veces (Con Cárdenas primero y las
dos de Andrés) y lo dejó desahuciado y chiquito. Ricardo tomó el PAN y lo organizó
para tener control absoluto de sus órganos internos y lo transformó en un
partido donde los que no están alineados con él no tiene voz ni voto.
Esperemos que los panistas primero y el electorado después se
den cuentas que…
¡Ay Ricardo!..., te pareces tanto a Andrés.